miércoles, 9 de diciembre de 2009
Pastores Walter y Febe Ramirez
¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor; 2 te has envuelto en un manto de luz. ¡Tú extendiste el cielo como un velo! 3 ¡Tú afirmaste sobre el agua los pilares de tu casa, allá en lo alto![a] Conviertes las nubes en tu carro; ¡viajas sobre las alas del viento! 4 Los vientos son tus mensajeros, y las llamas de fuego tus servidores. 5 Pusiste la tierra sobre sus bases para que nunca se mueva de su lugar. 6 El mar profundo cubría la tierra como si fuera un vestido. El agua cubría las montañas. 7 Pero tú la reprendiste, y se fue; huyó de prisa al escuchar tu voz de trueno. 8 Subiendo a los montes y bajando a los valles, se fue al lugar que le habías señalado, 9 al límite que le ordenaste no cruzar, para que no volviera a cubrir la tierra. 10 Tú envías el agua de los manantiales a los ríos que corren por las montañas. 11 De esa agua beben los animales salvajes; con ella apagan su sed los asnos del monte. 12 A la orilla de los ríos anidan las aves del cielo; ¡allí cantan, entre las ramas de los árboles! 13 Tú eres quien riega los montes desde tu casa, allá en lo alto; con los torrentes del cielo satisfaces a la tierra. 14 Haces crecer los pastos para los animales, y las plantas que el hombre cultiva para sacar su pan de la tierra, 15 el pan que le da fuerzas, y el vino, que alegra su vida y hace brillar su cara más que el aceite.[b] 16 Sacian su sed los árboles, los cedros del Líbano que el Señor plantó. 17 En ellos anidan las aves más pequeñas, y en los pinos viven las cig@ueñas. 18 Los montes altos son para las cabras, y en las peñas se esconden los tejones.
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Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio. Nehemias 2:17
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